Los “laboratorios urbanos” son una forma inteligente de trabajar para mejorar las ciudades probando en diferentes partes de ellas varias combinaciones de escenarios. Así, si uno de estos escenarios prospera y alcanza sus objetivos, se repite en otras zonas e incluso otras ciudades.
Si no, se modifica ligeramente, se prueba de otro modo diferente, o se descarta la propuesta al no ser viable. Es una forma eficiente de aprender entre todos, y ciudades de todo el planeta están usando este mecanismo de copia para, entre otros retos, electrificar la movilidad.
¿CÓMO FUNCIONA UN LABORATORIO URBANO?
Imagina que tu ciudad ha lanzado un proyecto de recogida de residuos orgánicos como fracción de la basura “normal”, y que tiene éxito. Es el caso de varios ayuntamientos a nivel europeo, que ya extienden este modelo a otros barrios y municipios. Esto también es aplicable a la movilidad: muchas ciudades de todo el mundo están probando diferentes escenarios para mejorar.
En esencia, un urban lab o laboratorio urbano es un lugar en el que se concentran ideas para ser aplicadas a la ciudad. Una vez debatidas, a menudo en base a las directrices que dio en 2014 ONU Habitat “por una mejor vida urbana”, se diseña el plan de implantación para hacerlas realidad.
El debate a menudo viene por parte de la propia ciudadanía, clave en el proceso de transformación urbana, pero también de expertos y gobernantes. Cada vez más municipios cuentan con su propio laboratorio urbano: MediaLab Prado, Barcelona Urban Lab, Smart City Málaga…
Arriba hemos dado las claves de su mecánica: prueba y error. Por ejemplo, había dudas sobre si la naturalización del Manzanares en su paso por Madrid traería ventajas o no, de modo que el consistorio naturalizó un tramo.
Tras varios meses de pruebas (imprescindibles) y la llegada de fauna y flora autóctona que hacía un siglo que habíamos perdido, se decidió continuar el proceso río arriba. Esta idea no es única. En 2006 se tenía en mente naturalizar el Genil en su paso por Granada, pero fue el éxito del proyecto de arriba el que ha revivido el proyecto: si funciona en otra ciudad, podría funcionar en la nuestra.
EN LOS ‘URBAN LAB’ COPIAR ESTÁ BIEN VISTO
Como el lector habrá deducido, las ciudades tienden a copiarse las ideas unas a otras. Incluso hay cumbres como el Smart City Expo World Congress, que fomentan este mecanismo de copia y aprendizaje. Con respecto a la movilidad eléctrica hay varios ejemplos destacados.
Por ejemplo, una vez que un ayuntamiento hace uso de una flota eléctrica para su movilidad, hay más probabilidades de que sustituya más vehículos en el futuro próximo. También de que otras ciudades cercanas la imiten. Una vez que estas han visto las ventajas de contar con vehículos cero emisiones en ciudad, buscan seguir la misma ruta.
Esto puede aplicarse en el sector privado, ya que los laboratorios urbanos a menudo hacen uso de colaboraciones público-privadas. A raíz del éxito de los primeros carsharing eléctricos en algunas ciudades, otras imitan este modelo de movilidad. Siguiendo con la ciudad de arriba, Madrid tiene una flota carsharing de cientos de Citroën C-Zero recorriendo las calles.
El éxito también se ha replicado en la propia ciudad. Si el proyecto arrancó con 500 C-Zero, ahora también llegarán las Citroën Berlingo, vehículo 100% eléctrico con 170 km de autonomía y mucho más espacio para transportar carga.
Esto mismo puede aplicarse al número de puntos de recarga eléctrica. Hace unos años Málaga se convirtió en “la capital más verde” al evitar la emisión de 330 toneladas de CO2 gracias al proyecto Zem2All. Este consistía en la instalación de un gran número de electrolineras para los ciudadanos. Como resultado, Málaga se convirtió en una ciudad a la que copiar, y el modelo se ha replicado.
APRENDER DEL CONTROL DE TRÁFICO
Aunque los urban lab tienen propuestas de todo tipo (movilidad, gestión de residuos, cultura, rediseño de la ciudad, etc) en este espacio mencionaremos solo algunos proyectos referidos a la movilidad. Por ejemplo, el reducir la velocidad de 50 km/h a 30 o 20 surgió de estudios que relacionaban el número de atropellos y la tasa de mortalidad. Una a una, las ciudades de toda Europa están actualizando las diferentes calles en base a su peligrosidad.
Sin embargo, hay modelos de experimentación mucho más novedosos. En Nueva York, una ciudad que suele estar atascada con frecuencia, hace tiempo que se usa un control semafórico que no depende de un temporizador, sino de complejos ajustes en tiempo real en base a datos recogidos por toda la ciudad.
Lo propuso el Departamento de Tráfico de la Ciudad (NYCDOT), y todo empezó con 400 taxistas voluntarios que llevaron un GPS en su coche durante el trabajo. Como resultado, lograron mapear la ciudad.
Ahora, en lugar de tener un patrón definido, una red de cámaras de tráfico y sensores envía información en tiempo real a un centro de control desde donde se cambia la frecuencia de apertura y cierre de los semáforos. Al haber tenido éxito, el modelo se exporta a otras ciudades para su implantación.
En otro ejemplo, la movilidad va más allá de los vehículos. Durante el Mobile World Congress de 2017, en Barcelona, d-Lab recogió métricas de movimiento peatonal y se llegó a conclusiones muy interesantes a la hora de abordar futuros cambios urbanísticos. En ocasiones, los laboratorios urbanos no necesitan hacer grandes cambios para obtener resultados para el futuro.
EL LABORATORIO URBANO DE MOVILIDAD DEL MIT
Si hemos de destacar alguno de los laboratorios urbanos más interesantes del mundo, ese es el Urban Mobility Lab del MIT. Este enorme laboratorio de prototipado realiza estudios de todo tipo que a menudo comparte en abierto para que las ciudades aprendan. Por ejemplo, tiene toda una sección de cómo es el comportamiento de los conductores al volante: qué emociones desarrollamos o cómo percibimos el tiempo mientras conducimos.
También realiza estudios en cómo se adapta la movilidad a ciudades en tan rápido crecimiento como Shenzhen, en China; o cómo será la movilidad del futuro debido a su automatización. Además de contar con los recursos del Instituto del que depende, el MIT realiza algo loable: deja buena parte de sus datos y conclusiones en abierto.
Así, cualquier ciudad puede darse cuenta de qué relación hay entre el nivel de electrificación de la flota de vehículos urbanos y la salud de los ciudadanos. Solo con datos objetivos seremos capaces de crear ciudades más resilientes, sostenibles y responsables, elementos impulsados también por el programa ONU Hábitat mencionado arriba y presente en los Objetivos del Desarrollo Sostenible.
Artículo publicado en xataka.com